RARAMENTE LA REALIDAD ENCAJA CON LAS EXPECTATIVAS.

Las expectativas representan jaulas donde encerramos a las personas.

Las expectativas son:

  • Lo que esperamos del otro,
  • Lo que nos gustaría que fuera,
  • cómo nos gustaría que viviera,
  • cómo desearíamos que respondiera,

Las expectativas obligan al otro a dejar de ser él para acomodarse a lo que a mí me gustaría que fuera.

Nadie sale favorecido al utilizarlas.

El que las proyecta, espera ver resultados, y ¡claro está! quien espera, desespera.

Por otro lado, la persona, cosa, proyecto o relación, sobre la cual proyectamos, quedan limitados, obligados, comprimidos, o sea, condicionados por un pensamiento, una imagen o un estereotipo.

Las expectativas nos obligan a estar tensos y a  convertirnos en personas controladoras.

Crean en nosotros mecanismos de manipulación con el fin de conseguir lo que uno desea.

Vivir bajo el sueño de las expectativas hace que nuestras relaciones no sean reales.

Nos relacionamos con la imagen que tenemos en nuestra mente y obligamos a la persona real, mediante demandas, súplicas y manipulaciones a que se conviertan en la imagen soñada.

Por otro lado, sin expectativas vemos la realidad que se manifiesta delante de nosotros.

De esa manera podemos discernir con claridad si esa relación nos conviene o no.

Muchas relaciones se quedan estancadas a la espera, en la esperanza de que el otro, algún día, se convierta en el ser soñado.

Despertar a las expectativas suele ser muy incómodo, pues representa el encuentro con la realidad. Y la realidad raramente se ajusta a nuestras expectativas.

Cristobal Moya.                                                                                                      El Caminante.

 

 

 

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